* University of California Santa Barbara (U.S.A.). E-mail: javierfernandez@
anth.ucsb.edu
** Becario postdoctoral da FCT adscrito a la Universidade do Algarve.
Faculdade de Ciências Humanas e Sociais, Campus de Gambelas,
8000-117 Faro (Portugal). Colaborador del Museu d’Arqueologia de
Catalunya (Barcelona). E-mail: jfgibaja@ualg.pt
*** Universitat Autònoma de Barcelona. Departament de Prehistòria.
Edifi ci B. 08193 Bellaterra, Barcelona (España). Arqueolític. Email:
tpalomo@arqueolitic.com.
anth.ucsb.edu
** Becario postdoctoral da FCT adscrito a la Universidade do Algarve.
Faculdade de Ciências Humanas e Sociais, Campus de Gambelas,
8000-117 Faro (Portugal). Colaborador del Museu d’Arqueologia de
Catalunya (Barcelona). E-mail: jfgibaja@ualg.pt
*** Universitat Autònoma de Barcelona. Departament de Prehistòria.
Edifi ci B. 08193 Bellaterra, Barcelona (España). Arqueolític. Email:
tpalomo@arqueolitic.com.
Resumen: Los geométricos y las puntas siempre han recibido una atención especial por parte de los investigadores, en tanto que han constituido habitualmente marcadores cronológicos y culturales. En nuestro caso, el análisis de estos útiles ha sido abordado desde su perspectiva morfológica, tecnológica y funcional. Los geométricos y puntas estudiadas proceden de contextos funerarios y habitacionales neolíticos documentados en la fachada mediterránea (Cataluña y País Valenciano). Si el papel de los geométricos como proyectiles es fundamental a lo lardo del neolítico antiguo y medio, al fi nal de este periodo e inicios del calco-lítico la importancia de los elementos de proyectil recae cada vez más sobre las puntas bifaciales.
Abstract: Geometric microliths and arrow points have received a special attention by the research as chronological and cultural markers. In this work we'll present the results of the morphological, technological and use-wear studies from different sites villages and burials of the Mediterranean side (Cataluña and País Valenciano).During the Early and the Middle Neolithic the geometric microliths used like projectiles have a good representation. However during the Late Neolithic and the Chalcolithic periods the importance of the projectiles elements is major in the bifacial arrow heads than the microliths.
INTRODUCCIÓN
Los microlitos geométricos y las puntas han constituido
históricamente uno de los principales indicadores de adscripción
crono-cultural en relación a las industrias líticas. A inicios
de los 70’ Javier Fortea (1971) establecía para la fachada
mediterránea de la Península Ibérica, las diferencias entre el
componente geométrico del Epipaleolítico Geométrico de facies
tardenoide y del neolítico cardial (denominado entonces
neolíticos puros en términos de interpretación cultural). De
forma paralela al crecimiento de la información empírica, las
investigaciones posteriores han incidido en la dicotomía entre
ambas tradiciones industriales a partir de la morfología, las disimilitudes
cuantitativas de los distintos morfotipos, el modo
de retoque y el procedimiento de fragmentación de los soportes
(Fortea, 1971; Juan-Cabanilles, 1984; Cava, 1994; Carvalho,
2002; García, 2002; Juan-Cabanilles y Martí, 2002).
Desde una visión muy global, se aprecia que frente al predominio
durante el mesolítico reciente de los geométricos trapezoidales
y triangulares, confeccionados con retoque abrupto
y obtenidos habitualmente con la técnica del microburil, a inicios
del neolítico no sólo disminuyen los trapecios y aumentan
los segmentos y los triángulos, sino que la técnica del microburil
apenas se utiliza y en su confi guración se documenta con
asiduidad el empleo de los retoques bifaciales (denominados
doble bisel en la literatura arqueológica española) (Cava, 1994
y 2002; Juan-Cabanillas y Martí, 2002). Evidentemente, tal caracterización
de la morfo-tecnología de los geométricos tiene
un carácter general, ya que, como veremos más adelante, se
observan ciertas diferencias a nivel regional.
Los estudios morfo-tecnológicos realizados hasta el momento,
principalmente en lo referente al proceso de neolitización,
han centrando su atención y desarrollado su discurso a
partir de ciertos yacimientos cuya interpretación ha generado
modelos regionales en diferentes ámbitos geográfi cos (País
Valenciano, Cataluña y Valle del Ebro). Si bien este hecho ha
producido un cierto grado de compartimentación del utillaje cinegético,
siguen aún siendo escasos los trabajos de síntesis que
inciden en las diferencias y similitudes entre distintas regiones
peninsulares.
No obstante, a lo largo de estos años hemos asistido a un
incremento substancial del número de yacimientos neolíticos,
así como a una diversifi cación de los contextos de procedencia
(poblados, necrópolis, cuevas sepulcrales, cavidades). Aunque
ello ha permitido ampliar el abanico de interpretaciones, especialmente
de carácter crono-cultural, son todavía pocos los
trabajos que han abordado el estudio de los geométricos como
medio de aproximación a los conocimientos de determinados
aspectos económicos, sociales y simbólicos.
Partiendo de esta problemática los objetivos de nuestra investigación
se han centrado en los siguientes puntos:
1. Mostrar una visión general de la evolución de los geométricos
y las puntas usadas como proyectiles a lo largo del neolítico
en la fachada mediterránea, con especial atención a los
trabajos que hemos realizado en las comunidades de Cataluña
y Valencia. No obstante, tendremos siempre muy presente los
datos procedentes de otras zonas como el Valle del Ebro.
2. Analizar la relación entre la morfología del proyectil y
su función. La contrastación de las series arqueológicas con
los trabajos experimentales, parecen indicar que las distintas
formas de enmangamiento de los geométricos estuvieron relacionadas
con su capacidad de penetración y, por lo tanto, con el
tipo de animal cazado.
3. Evaluar la relación entre los proyectiles y la información
contextual, deteniéndonos especialmente en las cuestiones económicas,
en las actividades realizadas en los asentamientos y en
el papel socio-simbólico que pudieron tener tales proyectiles,
dada su sistemática aparición en contextos funerarios y en algunas
representaciones del Arte Levantino.
producido un cierto grado de compartimentación del utillaje cinegético,
siguen aún siendo escasos los trabajos de síntesis que
inciden en las diferencias y similitudes entre distintas regiones
peninsulares.
No obstante, a lo largo de estos años hemos asistido a un
incremento substancial del número de yacimientos neolíticos,
así como a una diversifi cación de los contextos de procedencia
(poblados, necrópolis, cuevas sepulcrales, cavidades). Aunque
ello ha permitido ampliar el abanico de interpretaciones, especialmente
de carácter crono-cultural, son todavía pocos los
trabajos que han abordado el estudio de los geométricos como
medio de aproximación a los conocimientos de determinados
aspectos económicos, sociales y simbólicos.
Partiendo de esta problemática los objetivos de nuestra investigación
se han centrado en los siguientes puntos:
1. Mostrar una visión general de la evolución de los geométricos
y las puntas usadas como proyectiles a lo largo del neolítico
en la fachada mediterránea, con especial atención a los
trabajos que hemos realizado en las comunidades de Cataluña
y Valencia. No obstante, tendremos siempre muy presente los
datos procedentes de otras zonas como el Valle del Ebro.
2. Analizar la relación entre la morfología del proyectil y
su función. La contrastación de las series arqueológicas con
los trabajos experimentales, parecen indicar que las distintas
formas de enmangamiento de los geométricos estuvieron relacionadas
con su capacidad de penetración y, por lo tanto, con el
tipo de animal cazado.
3. Evaluar la relación entre los proyectiles y la información
contextual, deteniéndonos especialmente en las cuestiones económicas,
en las actividades realizadas en los asentamientos y en
el papel socio-simbólico que pudieron tener tales proyectiles,
dada su sistemática aparición en contextos funerarios y en algunas
representaciones del Arte Levantino.
LOS GEOMÉTRICOS Y LAS PUNTAS DE LA FACHADA
MEDITERRÁNEA
Para hablar sobre los geométricos y las puntas documentadas
en la facha mediterránea a lo largo del neolítico, hemos
tomado como marco cronológico la división tripartita en los
periodos del neolítico antiguo, medio y fi nal.
Durante el neolítico antiguo cardial (5600-5200) la tradición
técnica del microburil típica del mesolítico, se abando-
na o aparece muy esporádicamente. Ahora los soportes sobre
los que se confeccionan los geométricos son fragmentos de
láminas fracturadas por fl exión. Tales geométricos son especialmente
trapecios confi gurados a partir del retoque abrupto
de sus laterales. Menor representatividad alcanzan los trapecios
conformados mediante retoques semiabruptos inversos
y retoques planos directos, generalmente asociados a formas
simétricas de lados rectos o cóncavos. Si tomamos en consideración
las principales series cardiales, es posible advertir cierto
grado de variabilidad regional: mientras en Cova de l’Or (Beniarrés,
Alicante) existe un mayor porcentaje de trapecios con
un lado cóncavo y retoque abrupto (Juan Cabanilles, 1984),
en les Guixeres de Vilobí (Vilobí del Panedès, Barcelona) se
aprecia una mayor importancia de los trapecios simétricos y
asimétricos (Mestres, 1987) y en el nivel 1b de la Cueva de
Chaves (Bastarás, Huesca) una mayor representatividad de los
triángulos y los segmentos en doble bisel (Cava, 2002). Posteriormente,
en un momento avanzado de la fase cardial, hay
yacimientos como la Draga (Banyoles, Girona) en los que se
aprecian valores porcentuales signifi cativos de trapecios con
retoque abrupto y la aparición de segmentos con retoque en
doble bisel (fi g. 1).
La tendencia diacrónica observada en el noreste peninsular
es la de una paulatina substitución de los trapecios por los
segmentos con doble bisel, que a partir de ahora ocuparan una
posición predominante durante la fase epicardial y postcardial.
Buen ejemplo de ello son los casos del nivel 1a de Chaves
(Cava, 2002), de Alonso Norte –Alcañiz, Teruel– (Andrés y Benavente,
1989) o de la Timba de Barenys (Riudoms, Tarragona)
(Miró et al., 1992).
En el ámbito valenciano la perduración de los segmentos
con doble bisel no parece tan dilatada a tenor de la información
proporcionada por el yacimiento postcardial del Barranquet en
los que se confeccionan los geométricos son fragmentos de
láminas fracturadas por fl exión. Tales geométricos son especialmente
trapecios confi gurados a partir del retoque abrupto
de sus laterales. Menor representatividad alcanzan los trapecios
conformados mediante retoques semiabruptos inversos
y retoques planos directos, generalmente asociados a formas
simétricas de lados rectos o cóncavos. Si tomamos en consideración
las principales series cardiales, es posible advertir cierto
grado de variabilidad regional: mientras en Cova de l’Or (Beniarrés,
Alicante) existe un mayor porcentaje de trapecios con
un lado cóncavo y retoque abrupto (Juan Cabanilles, 1984),
en les Guixeres de Vilobí (Vilobí del Panedès, Barcelona) se
aprecia una mayor importancia de los trapecios simétricos y
asimétricos (Mestres, 1987) y en el nivel 1b de la Cueva de
Chaves (Bastarás, Huesca) una mayor representatividad de los
triángulos y los segmentos en doble bisel (Cava, 2002). Posteriormente,
en un momento avanzado de la fase cardial, hay
yacimientos como la Draga (Banyoles, Girona) en los que se
aprecian valores porcentuales signifi cativos de trapecios con
retoque abrupto y la aparición de segmentos con retoque en
doble bisel (fi g. 1).
La tendencia diacrónica observada en el noreste peninsular
es la de una paulatina substitución de los trapecios por los
segmentos con doble bisel, que a partir de ahora ocuparan una
posición predominante durante la fase epicardial y postcardial.
Buen ejemplo de ello son los casos del nivel 1a de Chaves
(Cava, 2002), de Alonso Norte –Alcañiz, Teruel– (Andrés y Benavente,
1989) o de la Timba de Barenys (Riudoms, Tarragona)
(Miró et al., 1992).
En el ámbito valenciano la perduración de los segmentos
con doble bisel no parece tan dilatada a tenor de la información
proporcionada por el yacimiento postcardial del Barranquet en
Oliva (Esquembre et al., en este volumen). Este yacimiento, ha
ofrecido un conjunto industrial cuantitativamente importante en
el que sobresale la ausencia de segmentos con doble bisel y una
amplia representatividad de trapecios simétricos y asimétricos
con la base pequeña retocada, mayoritariamente con retoque
abrupto. Este hecho permite plantear para esta fase ciertas diferencias
regionales entre el ámbito catalán y el valenciano.
Uno de los hechos más signifi cativos que aporta además
el registro postcardial es el de la presencia de geométricos en
contextos funerarios como la necrópolis de Sant Pau del Camp
(Barcelona), los enterramientos del grupo de Amposta en Tarragona
(Bosh y Faura, 2003) y la sepultura 83 de las minas prehistóricas
de Gavà (Gavà, Barcelona) (Granados et al., 1991;
Esteve, 2000; Borrell et al., 2005). Aunque por el momento son
pocos los geométricos documentados en estas sepulturas, cabe
decir que existe una cierta variabilidad regida seguramente por
cuestiones socioculturales. Así mientras en Sant Pau del Camp
el único geométrico es un segmento de doble bisel, en la mina
83 de Gavà o en ciertas sepulturas del Masdenvergenc (Amposta,
Tarragona) y Mas de la Benita (L’Aldea, Tarragona) registramos
trapecios y/o triángulos confeccionados mediante retoque
abrupto, preludio de los geométricos que posteriormente hallaremos
en los enterramientos de la “Cultura de los Sepulcros de
Fosa”.
A fi nales del neolítico antiguo y durante el neolítico medio
(4200-3400) se aprecian cambios técno-morfológicos que
se refl ejan en la ausencia de segmentos de doble bisel y en la
elaboración mayoritaria de trapecios confeccionados mediante
retoques abruptos/directos. Si bien, como hemos apuntado, esta
transformación ya se constata en tierras valencianas en yacimientos
como el Barranquet durante la fase postcardial (circa
4700-4200 Cal BC), se hace especialmente patente durante el
neolítico medio catalán en contextos como la Bòbila Madurell
ofrecido un conjunto industrial cuantitativamente importante en
el que sobresale la ausencia de segmentos con doble bisel y una
amplia representatividad de trapecios simétricos y asimétricos
con la base pequeña retocada, mayoritariamente con retoque
abrupto. Este hecho permite plantear para esta fase ciertas diferencias
regionales entre el ámbito catalán y el valenciano.
Uno de los hechos más signifi cativos que aporta además
el registro postcardial es el de la presencia de geométricos en
contextos funerarios como la necrópolis de Sant Pau del Camp
(Barcelona), los enterramientos del grupo de Amposta en Tarragona
(Bosh y Faura, 2003) y la sepultura 83 de las minas prehistóricas
de Gavà (Gavà, Barcelona) (Granados et al., 1991;
Esteve, 2000; Borrell et al., 2005). Aunque por el momento son
pocos los geométricos documentados en estas sepulturas, cabe
decir que existe una cierta variabilidad regida seguramente por
cuestiones socioculturales. Así mientras en Sant Pau del Camp
el único geométrico es un segmento de doble bisel, en la mina
83 de Gavà o en ciertas sepulturas del Masdenvergenc (Amposta,
Tarragona) y Mas de la Benita (L’Aldea, Tarragona) registramos
trapecios y/o triángulos confeccionados mediante retoque
abrupto, preludio de los geométricos que posteriormente hallaremos
en los enterramientos de la “Cultura de los Sepulcros de
Fosa”.
A fi nales del neolítico antiguo y durante el neolítico medio
(4200-3400) se aprecian cambios técno-morfológicos que
se refl ejan en la ausencia de segmentos de doble bisel y en la
elaboración mayoritaria de trapecios confeccionados mediante
retoques abruptos/directos. Si bien, como hemos apuntado, esta
transformación ya se constata en tierras valencianas en yacimientos
como el Barranquet durante la fase postcardial (circa
4700-4200 Cal BC), se hace especialmente patente durante el
neolítico medio catalán en contextos como la Bòbila Madurell
(Sant Quirze del Vallès, Barcelona) y el Camí de Can Grau (La
Roca del Vallès, Barcelona).
En el ámbito catalán, además, durante este periodo asistimos
a profundos cambios a nivel tecnológico, vinculados especialmente
con el aprovechamiento de un tipo de sílex de excelente
calidad: el sílex melado. La explotación de dicho sílex
ha tenido como fi nalidad la obtención de láminas y laminillas
talladas mediante presión o percusión indirecta, a partir de una
preparación muy cuidadosa de los núcleos en el que jugaba un
papel fundamental el uso del tratamiento térmico (Terradas y
Gibaja, 2002). Tales láminas son fragmentadas igualmente mediante
fl exión para su posterior transformación en trapecios,
simétricos y asimétricos, confeccionados, mediante retoque
abrupto directo y, en menor medida, a partir de retoques semiabruptos
inversos y planos directos e invasores. En un momento
avanzado del neolítico medio, tal como queda testimoniado en
la necrópolis neolítica de Camí de Can Grau, empezamos a documentar
además las primeras puntas de fl echa bifaciales con
pedúnculos y aletas elaboradas mayoritariamente sobre lasca
(Gibaja, 2003).
La información relativa a los geométricos de este periodo
en el País Valenciano es mucho más reducida y no ofrece por
el momento datos sobre armaduras geométricas en contextos
funerarios. No obstante, diversos trabajos han apuntado la reintroducción
de la técnica de microburil en este momento (García
y Molina, 1999; Fernández, 2006a), incidiendo también en las
similitudes de los patrones tipométricos de anchura entre los soportes
laminares y los microburiles. Por otro lado, algunos yacimientos
de superfi cie localizados en el Maestrazgo (Fernández,
2006a) castellonense han proporcionado trapecios simétricos
alargados con retoque abrupto, cuyas proporciones son bastante
similares a las registradas en los geométricos hallados en los
sepulcros tumulares del Valle de Ambrona (Alegre, 2005).
Al fi nal del neolítico (circa 3400-2500), tanto en los contextos
habitacionales como sepulcrales, se produce un descenso
muy signifi cativo del uso de geométricos como proyectiles,
Roca del Vallès, Barcelona).
En el ámbito catalán, además, durante este periodo asistimos
a profundos cambios a nivel tecnológico, vinculados especialmente
con el aprovechamiento de un tipo de sílex de excelente
calidad: el sílex melado. La explotación de dicho sílex
ha tenido como fi nalidad la obtención de láminas y laminillas
talladas mediante presión o percusión indirecta, a partir de una
preparación muy cuidadosa de los núcleos en el que jugaba un
papel fundamental el uso del tratamiento térmico (Terradas y
Gibaja, 2002). Tales láminas son fragmentadas igualmente mediante
fl exión para su posterior transformación en trapecios,
simétricos y asimétricos, confeccionados, mediante retoque
abrupto directo y, en menor medida, a partir de retoques semiabruptos
inversos y planos directos e invasores. En un momento
avanzado del neolítico medio, tal como queda testimoniado en
la necrópolis neolítica de Camí de Can Grau, empezamos a documentar
además las primeras puntas de fl echa bifaciales con
pedúnculos y aletas elaboradas mayoritariamente sobre lasca
(Gibaja, 2003).
La información relativa a los geométricos de este periodo
en el País Valenciano es mucho más reducida y no ofrece por
el momento datos sobre armaduras geométricas en contextos
funerarios. No obstante, diversos trabajos han apuntado la reintroducción
de la técnica de microburil en este momento (García
y Molina, 1999; Fernández, 2006a), incidiendo también en las
similitudes de los patrones tipométricos de anchura entre los soportes
laminares y los microburiles. Por otro lado, algunos yacimientos
de superfi cie localizados en el Maestrazgo (Fernández,
2006a) castellonense han proporcionado trapecios simétricos
alargados con retoque abrupto, cuyas proporciones son bastante
similares a las registradas en los geométricos hallados en los
sepulcros tumulares del Valle de Ambrona (Alegre, 2005).
Al fi nal del neolítico (circa 3400-2500), tanto en los contextos
habitacionales como sepulcrales, se produce un descenso
muy signifi cativo del uso de geométricos como proyectiles,
paralelo al incremento y generalización de las puntas de fl echa
realizadas con retoques bifaciales. Si bien siguen documentándose
algunos trapecios simétricos o rectángulares confi gurados
con retoques abruptos, estos proyectiles parecen ir substituyéndose,
o coexisten aunque en unas proporciones muy inferiores,
por las efectivas puntas de fl echa elaboradas a partir de lascas
transformadas mediante retoques bifaciales cubrientes. Tales
puntas muestran ciertas variaciones en su morfología, tamaño
y peso que, sin duda, repercuten en su efectividad y grado de
sujeción al cuerpo en el que se clavan.
La disminución en el uso de los geométricos queda claramente
testifi cada en los poblados valencianos de Jovades (Concentaina,
Alicante), Niuet (L’Alqueria d’Asnar, Alicante) (García,
1994) o la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia), donde
la mayor parte de los proyectiles son puntas de fl echa (Juan
Cabanilles, 1991). Un fenómeno similar se constata en Cataluña
donde la escasez de geométricos en asentamientos como la
Bauma del Serrat del Pont (Tortellà, Girona) contrasta con la
generalización de las puntas de fl echa en los contextos funerarios
pertenecientes al fi nal del neolítico e inicios del calcolítico:
Costa de Can Martorell –Dosrius, Barcelona–, Calle París de
Cerdanyola –Cerdanyola del Vallès, Barcelona– o Cova 120 –
Sadernes, Girona– (Agustí et al., 1987; Gibaja y Palomo, 2003;
Gibaja et al., 2006) (fi g. 2).
realizadas con retoques bifaciales. Si bien siguen documentándose
algunos trapecios simétricos o rectángulares confi gurados
con retoques abruptos, estos proyectiles parecen ir substituyéndose,
o coexisten aunque en unas proporciones muy inferiores,
por las efectivas puntas de fl echa elaboradas a partir de lascas
transformadas mediante retoques bifaciales cubrientes. Tales
puntas muestran ciertas variaciones en su morfología, tamaño
y peso que, sin duda, repercuten en su efectividad y grado de
sujeción al cuerpo en el que se clavan.
La disminución en el uso de los geométricos queda claramente
testifi cada en los poblados valencianos de Jovades (Concentaina,
Alicante), Niuet (L’Alqueria d’Asnar, Alicante) (García,
1994) o la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia), donde
la mayor parte de los proyectiles son puntas de fl echa (Juan
Cabanilles, 1991). Un fenómeno similar se constata en Cataluña
donde la escasez de geométricos en asentamientos como la
Bauma del Serrat del Pont (Tortellà, Girona) contrasta con la
generalización de las puntas de fl echa en los contextos funerarios
pertenecientes al fi nal del neolítico e inicios del calcolítico:
Costa de Can Martorell –Dosrius, Barcelona–, Calle París de
Cerdanyola –Cerdanyola del Vallès, Barcelona– o Cova 120 –
Sadernes, Girona– (Agustí et al., 1987; Gibaja y Palomo, 2003;
Gibaja et al., 2006) (fi g. 2).
FORMA VERSUS FUNCIÓN DE LOS PROYECTILES
El estudio de la funcionalidad de los microlitos geométricos
ha sido objeto de diversos trabajos durante los últimos años.
Los programas experimentales desarrollados han mostrado diferencias
notables en la capacidad de penetración en función
de la modalidad de enmangamiento. En nuestro caso, los experimentos
realizados nos indican que los trapecios y segmentos
insertados como “barbelures” o puntas en el extremo de los
astiles no solo muestran una mayor facilidad para atravesar
El estudio de la funcionalidad de los microlitos geométricos
ha sido objeto de diversos trabajos durante los últimos años.
Los programas experimentales desarrollados han mostrado diferencias
notables en la capacidad de penetración en función
de la modalidad de enmangamiento. En nuestro caso, los experimentos
realizados nos indican que los trapecios y segmentos
insertados como “barbelures” o puntas en el extremo de los
astiles no solo muestran una mayor facilidad para atravesar
lapiel y los tejidos musculares, sino que además presentan una
extracción más complicada. A diferencia del caso anterior, buena
parte de los trapecios enmangados como fi los transversales
han sido incapaces de penetrar en los cuerpos de los animales
(ovejas) sobre los que se ha disparado; aspecto que resulta llamativo
si consideramos que la intensidad del impacto ha sido
tal que en la mayoría de los casos el contragolpe ha provocado
la rotura del astil, pero no la del trapecio. Estos últimos no han
presentado ninguna fractura, más allá de pequeñas melladuras
(<1 mm.) distribuidas de manera intermitente en el fi lo largo
(fi g. 3).
A nivel arqueológico, los estudios traceológicos sobre
geométricos realizados hasta el momento en la península se han
centrado, básicamente, en yacimientos catalanes, aragoneses
y alaveses (Gibaja, 2003, Gibaja y Palomo, 2004; Domingo,
2005), también en Valencia se han analizado algunas series
más heterogéneas y cuantitativamente mas discretas (García y
Jardón, 1999; Fernández, 2006b). Los resultados obtenidos demuestran
que aparte de haberse usado mayoritariamente como
proyectiles, éstos se han enmangado como fi los transversales,
como puntas y, en algunos casos, quizás como “barbelures”.
De manera general, parece que existen ciertas tendencias a que
determinados geométricos se enmanguen y se usen de una manera
concreta:
- Los segmentos se emplean especialmente como puntas.
Ello ha quedado patente en contextos como La Draga, La Cova
del Vidre, Rueda, y La Cova de Llatas (Andilla, Valencia) (García
y Jardón, 1999; Gibaja y Palomo, 2004; Fernández, 2006a).
Asimismo, esto se repite en segmentos de otros yacimientos de
la cuenca alta del Ebro y del País Vasco como Kobaederra (Ereño,
Bizkaia) o Mendandia II (Treviño, Álava) (Ibáñez, 2001;
Domingo, 2005) (fi g. 4).
- Los triángulos suelen usarse como puntas y puntualmente
extracción más complicada. A diferencia del caso anterior, buena
parte de los trapecios enmangados como fi los transversales
han sido incapaces de penetrar en los cuerpos de los animales
(ovejas) sobre los que se ha disparado; aspecto que resulta llamativo
si consideramos que la intensidad del impacto ha sido
tal que en la mayoría de los casos el contragolpe ha provocado
la rotura del astil, pero no la del trapecio. Estos últimos no han
presentado ninguna fractura, más allá de pequeñas melladuras
(<1 mm.) distribuidas de manera intermitente en el fi lo largo
(fi g. 3).
A nivel arqueológico, los estudios traceológicos sobre
geométricos realizados hasta el momento en la península se han
centrado, básicamente, en yacimientos catalanes, aragoneses
y alaveses (Gibaja, 2003, Gibaja y Palomo, 2004; Domingo,
2005), también en Valencia se han analizado algunas series
más heterogéneas y cuantitativamente mas discretas (García y
Jardón, 1999; Fernández, 2006b). Los resultados obtenidos demuestran
que aparte de haberse usado mayoritariamente como
proyectiles, éstos se han enmangado como fi los transversales,
como puntas y, en algunos casos, quizás como “barbelures”.
De manera general, parece que existen ciertas tendencias a que
determinados geométricos se enmanguen y se usen de una manera
concreta:
- Los segmentos se emplean especialmente como puntas.
Ello ha quedado patente en contextos como La Draga, La Cova
del Vidre, Rueda, y La Cova de Llatas (Andilla, Valencia) (García
y Jardón, 1999; Gibaja y Palomo, 2004; Fernández, 2006a).
Asimismo, esto se repite en segmentos de otros yacimientos de
la cuenca alta del Ebro y del País Vasco como Kobaederra (Ereño,
Bizkaia) o Mendandia II (Treviño, Álava) (Ibáñez, 2001;
Domingo, 2005) (fi g. 4).
- Los triángulos suelen usarse como puntas y puntualmente
como “barbelures”. Si bien en la vertiente mediterránea tene-
mos pocos casos testados, como es el caso de La Cova de Llatas
(García y Jardón, 1999), son bien conocidos en diversos contextos
aragoneses como Botiquería 6-8 (Mazaleón, Teruel) o
Costalena c2 (Maella, Zaragoza) (Domingo, 2005).
- Finalmente, los trapecios fueron enmangados especialmente
como puntas o como proyectiles de fi lo transversal. Buena
prueba de ello, los tenemos en yacimientos del neolítico antiguo
y medio como La Draga, Cova del Vidre, Cova del Frare
(Matadepera, Barcelona), Bòbila Madurell, Ca n’Isach (Palau-
Savardera, Girona), Camí de Can Grau, o en los yacimientos de
la Valltorta (Gibaja, 1999; Gibaja y Palomo, 2004; Fernández,
2006b).
Pensamos que estas diferencias en el modo de enmangamiento
pueden estar relacionadas con una función concreta. A
partir de los resultados experimentales que hemos presentado,
sabemos que los que se emplearon como “barbelures” o puntas
pudieron servir, por su capacidad de incisión, para matar presas
de mediano y gran tamaño. Por su parte, las fl echas de fi lo
transversal tuvieron que haberse empleado, por su capacidad de
corte y el intenso golpe que proporcionan, para cazar pequeños
animales como pájaros, liebres, etc. Con este tipo de proyectiles
no siempre se matarían las presas, sino que a menudo serían
heridas mediante cortes en las alas o en las extremidades (Unger-
Hamilton, 1988).
En lo referente a las puntas de fl echa, las características
del retoque observadas en ciertos contextos funerarios catalanes
como la Costa de Can Martorell o la Calle París de
Cerdanyola (Gibaja y Palomo, 2003; Gibaja et al., 2006) nos
han permitido defi nir, en estos casos, tres niveles diferentes
de difi cultad técnica, relacionados probablemente con los conocimientos
técnicos de los talladores: 1) Puntas de difi cultad
técnica baja, en las que el escaso retoque practicado tiene por
objetivo regularizar únicamente su perímetro y no su espesor;
2) Puntas de difi cultad técnica media, en las que el retoque
invasor por presión tiene como fi n conformar simétricamente
la superfi cie de la pieza; y 3) Puntas de difi cultad técnica alta,
confi guradas mediante un retoque laminar ordenado realizado
por presión.
La presencia de puntas de distinta morfología puede sugerir
también un uso diferente en base a los condicionantes balísticos.
Esta variabilidad morfológica no es ajena a otros contextos
arqueológicos peninsulares del neolítico fi nal-calcolítico como
puede desprenderse del caso de la cueva sepulcral de la Cova
120 (Agustí et al., 1987) o del poblado de Jovades –Cocentaina–
(Benito-Pascual, 1990).
A los geométricos y las puntas deberíamos sumar aquellos
proyectiles que por razones de conservación no han llegado
hasta nosotros. Nos referimos a los elaborados sobre materias
perecibles como la madera o las plantas no leñosas duras. Un
claro ejemplo de ello, lo tenemos en las puntas o los astiles
apuntados encontrados en el yacimiento lacustre de La Draga
(Bosch et al., 2000).
Por otra parte, el hecho de que en algunas de las sepulturas
neolíticas catalanas, véase enterramientos de Bòbila Madurell,
Camí de Can Grau o Can Gambús-2 (Sabadell, Barcelona),
encontremos no sólo distintos tipos de geométricos que fueron
usados como puntas o fi los transversales, sino también puntas
de pedúnculo y aletas, nos hace pensar que a menudo los inhumados
eran enterrados con un carcaj compuesto por distintos
tipos de proyectiles. Ello no debe extrañarnos si entendemos
que las comunidades humanas emplearon diferentes clases de
fl echas, dependiendo de la fi nalidad a la que se iban a destinar.
Los paralelos etnográfi cos muestran numerosos ejemplos en los
que la variabilidad morfológica de los proyectiles depende tanto
de aspectos funcionales, como sociales y simbólicos. Así por
ejemplo, los Dani de Nueva Guinea fabrican y usan un amplio
repertorio de puntas entre las que se encuentran 12 tipos diferentes
para la guerra y 6 para la caza (Petrequin y Petrequin,
1990).
mos pocos casos testados, como es el caso de La Cova de Llatas
(García y Jardón, 1999), son bien conocidos en diversos contextos
aragoneses como Botiquería 6-8 (Mazaleón, Teruel) o
Costalena c2 (Maella, Zaragoza) (Domingo, 2005).
- Finalmente, los trapecios fueron enmangados especialmente
como puntas o como proyectiles de fi lo transversal. Buena
prueba de ello, los tenemos en yacimientos del neolítico antiguo
y medio como La Draga, Cova del Vidre, Cova del Frare
(Matadepera, Barcelona), Bòbila Madurell, Ca n’Isach (Palau-
Savardera, Girona), Camí de Can Grau, o en los yacimientos de
la Valltorta (Gibaja, 1999; Gibaja y Palomo, 2004; Fernández,
2006b).
Pensamos que estas diferencias en el modo de enmangamiento
pueden estar relacionadas con una función concreta. A
partir de los resultados experimentales que hemos presentado,
sabemos que los que se emplearon como “barbelures” o puntas
pudieron servir, por su capacidad de incisión, para matar presas
de mediano y gran tamaño. Por su parte, las fl echas de fi lo
transversal tuvieron que haberse empleado, por su capacidad de
corte y el intenso golpe que proporcionan, para cazar pequeños
animales como pájaros, liebres, etc. Con este tipo de proyectiles
no siempre se matarían las presas, sino que a menudo serían
heridas mediante cortes en las alas o en las extremidades (Unger-
Hamilton, 1988).
En lo referente a las puntas de fl echa, las características
del retoque observadas en ciertos contextos funerarios catalanes
como la Costa de Can Martorell o la Calle París de
Cerdanyola (Gibaja y Palomo, 2003; Gibaja et al., 2006) nos
han permitido defi nir, en estos casos, tres niveles diferentes
de difi cultad técnica, relacionados probablemente con los conocimientos
técnicos de los talladores: 1) Puntas de difi cultad
técnica baja, en las que el escaso retoque practicado tiene por
objetivo regularizar únicamente su perímetro y no su espesor;
2) Puntas de difi cultad técnica media, en las que el retoque
invasor por presión tiene como fi n conformar simétricamente
la superfi cie de la pieza; y 3) Puntas de difi cultad técnica alta,
confi guradas mediante un retoque laminar ordenado realizado
por presión.
La presencia de puntas de distinta morfología puede sugerir
también un uso diferente en base a los condicionantes balísticos.
Esta variabilidad morfológica no es ajena a otros contextos
arqueológicos peninsulares del neolítico fi nal-calcolítico como
puede desprenderse del caso de la cueva sepulcral de la Cova
120 (Agustí et al., 1987) o del poblado de Jovades –Cocentaina–
(Benito-Pascual, 1990).
A los geométricos y las puntas deberíamos sumar aquellos
proyectiles que por razones de conservación no han llegado
hasta nosotros. Nos referimos a los elaborados sobre materias
perecibles como la madera o las plantas no leñosas duras. Un
claro ejemplo de ello, lo tenemos en las puntas o los astiles
apuntados encontrados en el yacimiento lacustre de La Draga
(Bosch et al., 2000).
Por otra parte, el hecho de que en algunas de las sepulturas
neolíticas catalanas, véase enterramientos de Bòbila Madurell,
Camí de Can Grau o Can Gambús-2 (Sabadell, Barcelona),
encontremos no sólo distintos tipos de geométricos que fueron
usados como puntas o fi los transversales, sino también puntas
de pedúnculo y aletas, nos hace pensar que a menudo los inhumados
eran enterrados con un carcaj compuesto por distintos
tipos de proyectiles. Ello no debe extrañarnos si entendemos
que las comunidades humanas emplearon diferentes clases de
fl echas, dependiendo de la fi nalidad a la que se iban a destinar.
Los paralelos etnográfi cos muestran numerosos ejemplos en los
que la variabilidad morfológica de los proyectiles depende tanto
de aspectos funcionales, como sociales y simbólicos. Así por
ejemplo, los Dani de Nueva Guinea fabrican y usan un amplio
repertorio de puntas entre las que se encuentran 12 tipos diferentes
para la guerra y 6 para la caza (Petrequin y Petrequin,
1990).
IMPLICACIONES SOCIO-ECONÓMICAS DE LOS
PROYECTILES: CONTEXTOS DE HÁBITAT Y
FUNERARIOS
Más allá de las cuestiones formales relacionadas tanto con
la tipología de los geométricos y las puntas, como con su capacidad
funcional y los rastros de uso que se producen al ser
utilizadas como proyectiles, nos interesa abordar determinadas
cuestiones vinculadas con las actividades económicas y sociales
de las comunidades humanas que elaboraron y emplearon
tales útiles.
A este respecto, uno de los aspectos a analizar era el papel
de estos proyectiles dentro de las actividades cinegéticas de los
grupos neolíticos. Es signifi cativo que en muchos de los yacimientos
neolíticos de la fachada mediterránea la presencia más
o menos importante de geométricos y puntas contrasta con una
baja representación de la fauna cazada. Es el caso de contextos
como La Draga, Cova de l’Or, Cova del Frare, Plansallosa
(Tortellà, Girona), Sant Pau del Camp, la Bòbila Madurell, las
minas prehistóricas de Gavà, Jovades o Niuet (Estévez y Martín,
1982; Estévez, 1986; Paz, 1992; Saña, 1993, 1998; Albizuri
y Nadal, 1993).
En cambio, otros yacimientos como Ereta del Pedregal
ofrecen unos porcentajes importantes de fauna cazada (Pérez
Ripoll, 1990) y un elevado número de puntas de fl echa de retoque
bifacial, cuyo proceso de fabricación se ha realizado
de forma mayoritaria en el mismo poblado empleando sílex
local (Juan Cabanilles, 1991). Estos distintos casos invitan a
refl exionar sobre el carácter y razones de las actividades cinegéticas
durante el neolítico. Algunas explicaciones podrían
recaer en factores ecológicos, en las transformaciones de los
sistemas de explotación agropecuaria o en el crecimiento demográfi
co que obligó a una ocupación de territorios de áreas
marginales o deshabitadas. Desde esta perspectiva el mayor
peso de la caza en algunos yacimientos obedecería a una estrategia
dirigida a exterminar o mermar las poblaciones de
herbívoros que competirían por los pastos consumidos por el
ganado doméstico o que constituirían una amenaza para las
tierras cultivadas.
El suplemento proteínico que produce la caza mayor en sociedades
de economía agropecuaria consolidada podría apuntarse
como otra explicación. Sin embargo, desde nuestro punto
de vista, puede haber otros factores simbólicos y sociales relacionados
con la construcción de la fi gura del arquero o con la
masculinidad. Estos factores adquieren espacial protagonismo
cuando examinamos el registro funerario. Por ejemplo, en determinadas
necrópolis del neolítico medio en Cataluña como la
Bóbila Madurell o el Camí de Can Grau el tratamiento estadístico
dirigido a observar la distribución de los objetos/útiles depositados
en las sepulturas de individuos de sexo y edad diferente,
ha demostrado que los geométricos y las puntas están asociados
casi exclusivamente con los masculinos adultos (Gibaja, 2003;
Gibaja y Palomo, 2004).
En este contexto adquieren especial importancia las consideraciones
apuntadas por A.M. Petrequin y P. Petrequin (1988)
cuando, a partir de la abundancia de proyectiles y el escaso
aporte cárnico conseguido mediante la caza en yacimientos
neolíticos del este de Francia, plantean: “La fl èche se développe
et se diversifi e au moment-même où la chasse perd son
importance. (...) Au passage Néolithique moyen II/Néolitique
fi nal, on a pu assister à la diversifi cation des types de fl èches,
lorsque l´arc est passé du statut indistinct entre arme de chasse
et arme de guerre, à une position nettement plus marquée en
PROYECTILES: CONTEXTOS DE HÁBITAT Y
FUNERARIOS
Más allá de las cuestiones formales relacionadas tanto con
la tipología de los geométricos y las puntas, como con su capacidad
funcional y los rastros de uso que se producen al ser
utilizadas como proyectiles, nos interesa abordar determinadas
cuestiones vinculadas con las actividades económicas y sociales
de las comunidades humanas que elaboraron y emplearon
tales útiles.
A este respecto, uno de los aspectos a analizar era el papel
de estos proyectiles dentro de las actividades cinegéticas de los
grupos neolíticos. Es signifi cativo que en muchos de los yacimientos
neolíticos de la fachada mediterránea la presencia más
o menos importante de geométricos y puntas contrasta con una
baja representación de la fauna cazada. Es el caso de contextos
como La Draga, Cova de l’Or, Cova del Frare, Plansallosa
(Tortellà, Girona), Sant Pau del Camp, la Bòbila Madurell, las
minas prehistóricas de Gavà, Jovades o Niuet (Estévez y Martín,
1982; Estévez, 1986; Paz, 1992; Saña, 1993, 1998; Albizuri
y Nadal, 1993).
En cambio, otros yacimientos como Ereta del Pedregal
ofrecen unos porcentajes importantes de fauna cazada (Pérez
Ripoll, 1990) y un elevado número de puntas de fl echa de retoque
bifacial, cuyo proceso de fabricación se ha realizado
de forma mayoritaria en el mismo poblado empleando sílex
local (Juan Cabanilles, 1991). Estos distintos casos invitan a
refl exionar sobre el carácter y razones de las actividades cinegéticas
durante el neolítico. Algunas explicaciones podrían
recaer en factores ecológicos, en las transformaciones de los
sistemas de explotación agropecuaria o en el crecimiento demográfi
co que obligó a una ocupación de territorios de áreas
marginales o deshabitadas. Desde esta perspectiva el mayor
peso de la caza en algunos yacimientos obedecería a una estrategia
dirigida a exterminar o mermar las poblaciones de
herbívoros que competirían por los pastos consumidos por el
ganado doméstico o que constituirían una amenaza para las
tierras cultivadas.
El suplemento proteínico que produce la caza mayor en sociedades
de economía agropecuaria consolidada podría apuntarse
como otra explicación. Sin embargo, desde nuestro punto
de vista, puede haber otros factores simbólicos y sociales relacionados
con la construcción de la fi gura del arquero o con la
masculinidad. Estos factores adquieren espacial protagonismo
cuando examinamos el registro funerario. Por ejemplo, en determinadas
necrópolis del neolítico medio en Cataluña como la
Bóbila Madurell o el Camí de Can Grau el tratamiento estadístico
dirigido a observar la distribución de los objetos/útiles depositados
en las sepulturas de individuos de sexo y edad diferente,
ha demostrado que los geométricos y las puntas están asociados
casi exclusivamente con los masculinos adultos (Gibaja, 2003;
Gibaja y Palomo, 2004).
En este contexto adquieren especial importancia las consideraciones
apuntadas por A.M. Petrequin y P. Petrequin (1988)
cuando, a partir de la abundancia de proyectiles y el escaso
aporte cárnico conseguido mediante la caza en yacimientos
neolíticos del este de Francia, plantean: “La fl èche se développe
et se diversifi e au moment-même où la chasse perd son
importance. (...) Au passage Néolithique moyen II/Néolitique
fi nal, on a pu assister à la diversifi cation des types de fl èches,
lorsque l´arc est passé du statut indistinct entre arme de chasse
et arme de guerre, à une position nettement plus marquée en
25% habían quedado absolutamente inutilizadas por las importantes
fracturas de impacto que habían sufrido (Gibaja y Palomo,
2003).
Aunque no hemos desechado la posibilidad de que pudieran
dejarse como ajuar puntas usadas, también pensamos que
pudieron llegar alojadas en los cuerpos de algunos inhumados.
De hecho, a diferencia de los contextos funerarios del neolítico
medio, en donde el grado de fragmentación de los proyectiles
depositados como ajuar es ínfi mo, pues se depositan en perfecto
estado, en otros sepulcros colectivos peninsulares de momentos
más recientes no sólo se han documentado muchas puntas con
fracturas de impacto o rotas por las aletas y/o el pedúnculo, sino
también individuos con puntas clavadas que les han provocado
la muerte o heridas graves. Son por todos conocidos los casos
de Longar (Viana, Navarra) o San Juan Ante Portan Latinam
(Laguardia, Álava) (Armendariz e Irigaray, 1995; Vegas, 1999;
Márquez et al., en prensa).
Asimismo, en el hipogeo de la Costa de Can Martorell hay
otros aspectos que pueden apoyar la hipótesis de puntas alojadas
en los cuerpos:
- Muchas de estas puntas se localizaron bajo los esqueletos
(Aliaga, 2003), por lo tanto ni estaban distribuidas al azar,
ni agrupadas, como sería de esperar si hubieran estado depositadas
juntas en un carcaj.
- Los largos pedúnculos y aletas fracturadas de algunas puntas
no se encuentran en el sepulcro. Nosotros pensamos que
ello puede responder a que fueron recuperados los astiles
con el pedúnculo aún insertado en el vástago. La punta, en
cambio, quedó alojada en el cuerpo del individuo. En este
sentido, consideramos que hubo una intención clara por recuperar
los astiles, que, contrariamente a lo que se puede
suponer, son mucho más valiosos que las puntas por el coste
que conlleva realizarlos.
- Aunque debido a la mala conservación de los restos óseos
no hemos encontrado ninguna punta clavada en los 195 individuos
inhumados, el estudio paleopatológico sugiere que
existen algunas lesiones traumáticas en las extremidades y
cráneos de ciertos individuos que pudieron ser consecuencia
de un acto violento (Campillo et al., 2003).
Por lo tanto, a fi nales del neolítico la efectividad de las
puntas bifaciales de aletas y pedúnculos no podemos asociarla
única y exclusivamente con nuevas estrategias cinegéticas
que requieren de un armamento mucho más complejo. Hoy los
nuevos descubrimientos nos invitan a pensar en la posibilidad
de que tales proyectiles estén vinculados también con actos de
violencia que obligan a usar un utillaje enormemente letal y con
los fenómenos de diferenciación de género e identidad social.
fracturas de impacto que habían sufrido (Gibaja y Palomo,
2003).
Aunque no hemos desechado la posibilidad de que pudieran
dejarse como ajuar puntas usadas, también pensamos que
pudieron llegar alojadas en los cuerpos de algunos inhumados.
De hecho, a diferencia de los contextos funerarios del neolítico
medio, en donde el grado de fragmentación de los proyectiles
depositados como ajuar es ínfi mo, pues se depositan en perfecto
estado, en otros sepulcros colectivos peninsulares de momentos
más recientes no sólo se han documentado muchas puntas con
fracturas de impacto o rotas por las aletas y/o el pedúnculo, sino
también individuos con puntas clavadas que les han provocado
la muerte o heridas graves. Son por todos conocidos los casos
de Longar (Viana, Navarra) o San Juan Ante Portan Latinam
(Laguardia, Álava) (Armendariz e Irigaray, 1995; Vegas, 1999;
Márquez et al., en prensa).
Asimismo, en el hipogeo de la Costa de Can Martorell hay
otros aspectos que pueden apoyar la hipótesis de puntas alojadas
en los cuerpos:
- Muchas de estas puntas se localizaron bajo los esqueletos
(Aliaga, 2003), por lo tanto ni estaban distribuidas al azar,
ni agrupadas, como sería de esperar si hubieran estado depositadas
juntas en un carcaj.
- Los largos pedúnculos y aletas fracturadas de algunas puntas
no se encuentran en el sepulcro. Nosotros pensamos que
ello puede responder a que fueron recuperados los astiles
con el pedúnculo aún insertado en el vástago. La punta, en
cambio, quedó alojada en el cuerpo del individuo. En este
sentido, consideramos que hubo una intención clara por recuperar
los astiles, que, contrariamente a lo que se puede
suponer, son mucho más valiosos que las puntas por el coste
que conlleva realizarlos.
- Aunque debido a la mala conservación de los restos óseos
no hemos encontrado ninguna punta clavada en los 195 individuos
inhumados, el estudio paleopatológico sugiere que
existen algunas lesiones traumáticas en las extremidades y
cráneos de ciertos individuos que pudieron ser consecuencia
de un acto violento (Campillo et al., 2003).
Por lo tanto, a fi nales del neolítico la efectividad de las
puntas bifaciales de aletas y pedúnculos no podemos asociarla
única y exclusivamente con nuevas estrategias cinegéticas
que requieren de un armamento mucho más complejo. Hoy los
nuevos descubrimientos nos invitan a pensar en la posibilidad
de que tales proyectiles estén vinculados también con actos de
violencia que obligan a usar un utillaje enormemente letal y con
los fenómenos de diferenciación de género e identidad social.
CONCLUSIONES
Con este trabajo se ha pretendido ofrecer una visión global
sobre el potencial que ofrece el estudio de la elaboración y utilización
de los geométricos y las puntas a lo largo del neolítico.
Si las cuestiones morfológicas y tecnológicas nos han permitido
observar qué características presentan y cómo evolucionan
tales útiles en la fachada mediterránea, el análisis traceológico
nos ha facilitado comprender su grado de efectividad y el tipo
de especies animales que pudieron ser abatidas.
Pero estos primeros datos han sido también el puente con el
que plantear ciertas hipótesis referidas a la organización económica
y social de las comunidades estudiadas. Así, hemos mostrado,
por ejemplo, que la relación existente entre el número de
proyectiles, la funcionalidad de los yacimientos arqueológicos
y el papel que en dichos sitios pudieron tener las actividades
cinegéticas, puede estar sujeta a importantes grados de variabilidad.
Con este trabajo se ha pretendido ofrecer una visión global
sobre el potencial que ofrece el estudio de la elaboración y utilización
de los geométricos y las puntas a lo largo del neolítico.
Si las cuestiones morfológicas y tecnológicas nos han permitido
observar qué características presentan y cómo evolucionan
tales útiles en la fachada mediterránea, el análisis traceológico
nos ha facilitado comprender su grado de efectividad y el tipo
de especies animales que pudieron ser abatidas.
Pero estos primeros datos han sido también el puente con el
que plantear ciertas hipótesis referidas a la organización económica
y social de las comunidades estudiadas. Así, hemos mostrado,
por ejemplo, que la relación existente entre el número de
proyectiles, la funcionalidad de los yacimientos arqueológicos
y el papel que en dichos sitios pudieron tener las actividades
cinegéticas, puede estar sujeta a importantes grados de variabilidad.
Asimismo, el hecho de trabajar con materiales aparecidos
en contextos funerarios han sido el medio con el que abordar
ciertas cuestiones como la organización social del trabajo durante
el neolítico medio, el signifi cado y el valor simbólico
que tienen los proyectiles en tanto que aparecen prácticamente
siempre en enterramientos masculinos y el uso que al fi nal del
neolítico pudieron hacerse de las puntas bifaciales como armamento
bélico.
en contextos funerarios han sido el medio con el que abordar
ciertas cuestiones como la organización social del trabajo durante
el neolítico medio, el signifi cado y el valor simbólico
que tienen los proyectiles en tanto que aparecen prácticamente
siempre en enterramientos masculinos y el uso que al fi nal del
neolítico pudieron hacerse de las puntas bifaciales como armamento
bélico.
Figura 1. Geométricos documentados en el asentamiento de la Draga (Palomo, 2000: 175).
Figura 2. Puntas bifaciales documentadas en el sepulcro colectivo de la Costa de Can Martorell (Gibaja y Palomo, 2003).
Figura 3. Geométricos experimentales enmangados como puntas o fl echas
de fi lo transversal (Gibaja y Palomo, 2004).
de fi lo transversal (Gibaja y Palomo, 2004).
Figura 4. Segmentos con fracturas de impacto del yacimiento de Rueda (Albocasser, Castellón) (Fernández, 2006a).
Figura 5. Representación pictórica de un arquero empuñando un grupo
de fl echas en cuya parte superior parecen apreciarse geométricos
enmangados como puntas (La Catxupa, Denia, Alicante) (Fernández,
2006a).
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Álava. Álava.
1 comment:
Muito obrigado pelo artigo.
Luis Lobato de Faria
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